jueves, marzo 28, 2013


UNA LLAMADA SIN DESTINO

Cuándo entraste a la casa, supe que algo pasaba. El beso frío en el rostro del niño, no fue tanto lo que me lo confirmó, sino más bien  tu sonrisa  muerta cuando me acerqué a darte la bienvenida. Tampoco te había salido la pega, pero menos te gustó que yo hubiese aceptado la oferta de la vecina. Aunque nos diera un poco más de plata, era indigno lavarle la ropa a esa vieja, pensabas. Tú ibas a conseguir trabajo.

No alcancé a darme cuenta a tiempo. No supe distinguir la frontera que traspasó ese empujón casual al pararte de la mesa. Dejé correr el silencio y la piel se justificó con hematomas cotidianos.

Hoy, el niño está grande y me preguntó por qué te fuiste de la casa. 
Le dije la verdad. Me abrazó soltando una pena desconocida. 
No vuelvas a llamar nunca más.  

©, Ricardo Pastene B., Santiago de Chile, 2011.-

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